El 2 de abril de 2012 me enteré por casualidad que ese era el Día Inernacional del Libro Infantil. Quise conmemorarlo para siempre, y se me ocurrió esta historia para niños no apta para mayores, con una segunda parte para estos no apta para aquellos. Me divertí escribiéndola, y aún llegué a tiempo para publicarla en Amazon ese mismo día. Creo que es uno de los retos más interesantes de mi carrera como escritor, a pesar de tratarse de una obra menor por su extensión, aunque no por su contenido.
Algunos días después se me ocurrió traducirla al inglés y al Esperanto, para darle mayor proyección internacional, y las envié a la misma editorial. Aún no están disponibles en papel, aunque no descarté entonces publicar juntas las tres versiones en ese medio, o quizá escribir un libro de cuentos infantiles... Y sí, finalmente lo publiqué en 2022.
Poco más hay que decir de una obra tan sencilla y universal. Espero que les guste. Incluyo un fragmento a continuación, para ir haciendo boca:
El sueño
Entro vestido de soldado, con
mi petate por debajo del escenario en un teatro donde están
representando una obra. Veo asientos más brillantes que supongo
reservados, así que me siento en uno que no lo está. La obra ya se
ha
iniciado, y los actores están cantando.
Me dan ganas de orinar, por lo que me levanto en silencio y busco
por
todo el teatro el servicio. No lo encuentro, cruzo una puerta y me
veo
en la calle.
En la calle me encuentro en un país extraño, con una lengua que no comprendo. Nadie se extraña al verme y yo lo encuentro todo normal, excepto el lenguaje. Se alternan calles con campo, en breves trechos. No encuentro el servicio. Entro en una tienda, y pregunto por el wáter, en español y en Esperanto. El hombre me habla en una lengua que no conozco, y me señala en una tarjeta con un mapa el lugar del servicio. Al salir yo de la tienda, oigo que le dice a un compañero que soy de un país revolucionario, Sudamérica. En su idioma, pero he entendido revolución y Sudamérica.
Al pasar por una calle veo a unas
niñas de doce a catorce años, muchas,
jugando. Han sentenciado a una de ellas por bruja, y la están
acosando
contra la esquina de una calle. La llaman repetidamente ¡bruja!,
y la
empujan, e incluso le dan patadas, pero ella no se queja, sino que
se
ríe. Me mira y me sonríe. ¿La conozco? Yo no, pero ella parece que
sí
me conoce. Es bellísima, rubia, con largo pelo. Todas ellas son
guapas.
Todas visten de rojo, pero sólo la bruja no tiene un trapo rojo
sobre
la cabeza.
Sigo buscando el servicio, pero
no lo encuentro. Entro en unos grandes
almacenes, y no lo encuentro. Me acuerdo de mi petate: estará
allí, en
el teatro. Cuando haya orinado, volveré a recuperarlo.
Me despierto.
Si quiere leer el resto de la historia, puede bajárselo de Amazon en formato electrónico.
Ya verá cómo le gusta esta historia, y si acaso no fuera así, estaré encantado en conocer sus críticas, sean positivas o sobre todo negativas, que puedes enviarme.