Volver

Portada de Fábrica de cuentos: Ciencia ficciónJesús Ángel.

Fábrica de cuentos, 8º volumen: Ciencia ficción.

La ciencia ficción es un género que ha ganado adeptos desde siempre, y su origen es mucho más antiguo de lo que los tratados suelen decir, pues yo lo cifro (a no ser que aparezca alguna tableta asiria con algo de ficción científica) en el mismo Mito de la Caverna de Platón, que nos adelanta la idea del cine 25 siglos antes de que este apareciera sobre la faz de la Tierra. También se debe a los griegos el mito de Ícaro, que nos describe que dos hombres consiguieron volar como los pájaros mediante un ingenio mecánico. No olvidemos las aportaciones, más modernas de Julio Verne, al que muchos consideran el iniciador de este género, o a H. G. Wells, cuya Máquina del tiempo, El hombre invisible y La guerra de los mundos conocemos tan bien, aunque la primera de esas obras no fuera tan innovadora como creemos, ya que fue precedida por El anacronópete, del español Enrique Gaspar.

Yo descubrí este género de la mano de Isaac Asimov, cuyas novelas me leí en su totalidad cuando yo estudiaba en Inglaterra, y luego he seguido recreándome con las obras de otros autores, como Ray Bradbury, cuya Fahrenheit 451 (la temperatura a la que arde el papel)  o Arthur C. Clarke (autor de 2001, una odisea en el espacio, y cuya Cita con Rama tanto me impactó), Paul Anderson, o Arcadi Strugatsi, cuya ¡Qué difícil es ser Dios! también me impresionó.

La ciencia ficción nos propone a menudo una crítica del mundo o la sociedad actual imaginando que las condiciones actuales se proyectan, exageradas, en un futuro. Eso nos presentaron George Orwel (1984, cuyo personaje virtual, El gran hermano tanta influencia tendría entre nosotros casi un siglo después) o Aldous Huxley con su Un mundo feliz, en el que las personas están programadas desde que nacen hasta que mueren (¿nos suena?)

En nuestra antología no somos tan ambiciosos, pero hemos recogido una serie de cuentos de este género con la idea de hacérselo pasar bien al lector. En total son 9 cuentos más largos de lo habitual, que ocupan doscientas páginas impresas.

El cuento con el que participo yo, La conversión,  es en realidad el primer capítulo de mi libro, Historias del Diablo, novela publicada hace unas semanas. Cada capítulo es autónomo, con su principio y su final, pero a pesar de ello entre todos forman una historia única en veinte capítulos y doscientas noventa y siete páginas hasta llegar a un final que sin duda hará pensar al lector.

Índice
    Introducción.
  1. Mi ser dual, de Jorge Galileo Roberto Ciruelos Casabayó.
  2. Vida helada, de Ricardo Corazón de León.
  3. La conversión, de Jesús Ángel.
  4. El Camino del Agua, de José Enrique Serrano Expósito.
    1. Inmonte.
    2. La asociación.
  5. La plaza, de Isabel Lebais.
  6. 2099 divinitis, de Igor Hernández.
  7. Humanidad renacida, de María Orgaz Bueno.
  8. El Hombre de la Luna, de Jack Crane.
  9. Sin destino, de XoElen Ruiz.
  10. Nota bibliográfica.

Pronto finalizaremos nuestra antología del cuento en diez volúmenes. Esperamos haber acertado y que les guste a los lectores, y los autores hayan perdido el miedo a publicar y compartir sus pensamientos con todos nosotros, pues la mayoría no había publicado antes.


Como de muestra basta un botón, os pongo mi cuento íntegramente. Espero que lo disfrutéis y sirva para que queráis leer los otros ocho de que consta este libro.


La conversión

por Jesús Ángel


Esto es el primer capítulo de mi libro Historias del Diablo.
A mi llorado amigo EA5ZJ

ZJ era un marciano pequeñito y vivaracho, verde de pies a cabeza, que vestido de su escafandra de los domingos salió de su platillo volante en la Plaza del Ayuntamiento de aquel pueblo, Villarriba de Abajo, dispuesto a conquistar el mundo.

Había previsto que los terráqueos le atacarían, y a ese efecto tenía un idiotizador a mano, un artefacto en forma de lápiz de labios que, al pulsarlo por los lados, arrojaba por la punta un rayo luminoso que tenía un efecto ralentizador sobre las neuronas y células grises en general que encontrase a su paso, aunque estuviesen tras una pared de acero.

Pero cuando salió de su platillo volante vio que la recepción era de los más decepcionante: allí había un borracho durmiendo en un banco, y un señor de cierta edad de pie, observándolo.

Estos terrícolas son terribles, se dijo el marciano. No les importa nada.

Pero el hombre no tuvo tiempo de retirarse mucho. El marciano sacó de su bolsillo un extraño instrumento de forma triangular, y apuntando al 3º F hizo que salieran del utensilio unos extraños rayos verdes que cubrieron la fachada del apartamento, haciéndola desaparecer.

ZJ se elevó, sin que nada aparente le sustentara, hasta donde había estado la ventana de la fachada de la casa del Alcalde, que se había incorporado en la cama donde estaba con su mujer, y le dijo con voz suave pero decidida:

El marciano entró en la casa, manejó el artilugio de nuevo y volvió a aparecer la pared.

Y súbitamente el marciano se vio acompañado hasta la puerta de salida del apartamento del Señor Alcalde del pueblo de Villarriba de Abajo.

ZJ se volvió y vio al borracho que antes estaba dormido sobre el banco de la plaza.

Pero no contestó.

No olvide cerrar la puerta..., se dijo el marciano ZJ. Este hombre está loco. Le observó mientras el otro se daba la vuelta y le daba la espalda.

El marciano juzgó imperdonable la descortesía, y sacó un arma triangular y le disparó.

Pero el borrachín no murió, ni desapareció, como la pared del Señor Alcalde, sino que se tiró otro pedo.

En ese momento ZJ comprendió: supo que obedecer a sus superiores estaba mal porque eran un atajo de necios. Y que no necesitaban este mundo para nada. Ni a él. Ni él a ellos. Ni necesitaba a ninguna marciana. Si EY quería estar con él, que viniese a verle.

ZJ fue consciente de pronto de la profunda sabiduría de aquel hombre.

ZJ se desprendió de todos los abalorios y accesorios que tenía y los tiró al suelo. Luego los recogió y los llevó a su platillo volante. Se sentó ante el vagabundo en la posición del loto, y meditó largamente. Luego miró a aquel pobre indigente que era tan rico por dentro, lo contempló muy serio. Al cabo de varios minutos su cara se iluminó y sonrió. Por fin lo había comprendido todo.

Su traje espacial cayó al suelo, vacío. En ese momento el platillo volante regresó a Marte en modo Piloto Automático.

Desde el banco de enfrente al del vagabundo, ZJ, que ya no era verde, sino blanco como el papel tirando a transparente, contempló la espalda de Casiel. Este se dio la vuelta de nuevo y sin levantarse le sonrió y le dijo:

A ochenta millones de kilómetros de allí, un equipo de psicólogos e ingenieros convinieron, tras estudiar las grabaciones de las últimas horas de su explorador, ZJ, que El Azul, como llamaban a La Tierra, era un planeta insalubre y vedado para la conquista, pues su enviado se había vuelto loco al salir de su platillo, poniéndose a hablar solo y luego se había suicidado quitándose el traje espacial. La atmósfera era, al parecer, letal para su organismo, pues se había volatilizado a su contacto. Sus ojos se dirigieron, pues, más allá, hacia Venus, que navegaba alrededor del Sol, cubierto de nubes y ajeno a lo que se le venía encima.


Esta es la octava vez que nos juntamos diversos autores para construir entre todos una antología temática de cuentos, nuestra Magna Antología Fábrica cuentos, cuyos volúmenes restantes son estos:


  1. Humor (septiembre de 2016). Nuestro volumen más divertido.
  2. Biografía (diciembre de 2016). Sin duda nuestro reto más duro, pero creo que salimos muy bien parados del lance.




Si te apetece leer todos los cuentos, puedes adquirirlos en Amazon por el precio de €1.

Volver