Este es el último volumen de nuestra
antología Fábrica
de cuentos,
dedicado a relatos biográficos. Si el humor se nos hizo
difícil, la
biografía se nos ha complicado un poco más, y por eso hemos
excedido el
plazo de presentación de este volumen.
A pesar de todo, finalmente hemos conseguido un libro bastante notable, con historias que tratan sobre doce personas diferentes, reales o ficticias, pero todas verosímiles, contadas con mucho arte de convicción, pues es sabido que nada más inverosímil que la realidad misma.
Si observáis la portada, os encontraréis con cuatro
personajes que han hecho historia. Abajo a la derecha están
los
retratos que muestran cómo se cree que eran William
Shakespeare (abajo)
y Miguel de Cervantes Saavedra (sobre el anterior), cuyos
cuartos
centenarios se acaban de celebrar en 2016. A la izquierda
figura un
retrato real de Kate Chopin, modelo de escritora
reivindicativa que no
es muy conocida hoy en día, pero no por ello desmerece de
leerse. En nuestro artículo, Kate
& Emily,
se explica por qué. Y arriba a la derecha está el gran
olvidado de la
historia, aunque a él le debemos la corriente eléctrica que
nos llega a
casa, entre otras muchas cosas: Nikola Tesla, inventor de
origen
serbio, colaborador por un tiempo de Tomás Alva Édison, que sí
conocemos todos.
Como siempre, os incluyo un cuento al final
de esta presentación, a modo de muestra de nuestro
libro.
El cuento que os brindo como muestra es sobre un personaje que
siempre
me ha fascinado, un guitarrista sudamericano que cultivó la
perfección
y el sentimiento durante toda su vida, además de otras cosas
que os
contaré en este cuento.
El tema elegido es fácil de rellenar, dirá el lector, porque son legión los hombres, y las mujeres también, que han hecho el indio a través de la historia.
No se vea en mis
palabras ninguna desaprobación o descrédito para los
naturales de
aquel gigante país, la Unión India, que tanto me ha
fascinado desde siempre que lo elegí para el
arranque de una de las novelas de las que estoy más
orgulloso de haber
escrito, La
cronista,
que recomendaría leer a quienes quieran saborear mi
literatura en su
estado más puro, les guste o no la ciencia ficción, ya
que ese género
es, con mucha frecuencia, el laboratorio en que se ponen
a prueba
muchas de las teorías e ideas contemporáneas del autor,
como fue en mi
caso. En el momento de publicar este cuento aún se
puede leer gratuitamente en mi web, por cierto,
pues es el libro del mes.
Pero no, no contiene este cuento biográfico ninguna crítica a los indios ni a la India, sino que mi propósito es hablar de un hombre que sí que hizo el indio durante parte de su vida, porque, como muchos americanos, se creía heredero de aquellos a los que sus antepasados de él mismo asesinaron y desproveyeron de sus derechos civiles, en caso de que los tuvieran, porque en la Edad Antigua en que se encontraban los indios del actual Paraguay no se habían escrito aún los Derechos Humanos que se definieron y aprobaron en otro sitio de América, Nueva York, en 1948.
Fue nuestro hombre un niño muy musical, que probó el estudio y ejercicio del arpa, la flauta y el violín, hasta que más tarde se decidió por el instrumento que le iba a marcar su vida y la de muchos de su entorno, la guitarra, entonces apodada española, aunque las razones aducidas para ello no resistan el análisis histórico. De nombre Agustín, renunció durante un tiempo al mismo, y se puso Nitsuga o Nítsuga, que es Agustín al revés, inventando así un nombre muy exótico y apellidándolo con el de Mangoré, un cacique guaraní del siglo 16. Pero Agustín, cuyo apellido real era Barrios, llegó mucho más allá: él daba sus conciertos vestido a la usanza de los indios guaraníes, tal cual se recordaban. Su música no por ello dejaba de ser magia pura, pero el hombre quería romper con la tradición española de su pueblo, y para ello adoptó la de los guaraníes, al menos durante cinco años, hasta que alguien le convenció de que no por hacer el indio su música iba a ser mejor o peor, y sin embargo a muchos de los que pagarían la entrada por ir a verle tocar eso les suponía un inconveniente serio a la hora de ir a escucharle en persona.
¿Qué diremos de su música? Es, simplemente, maravillosa. Recuerdo que cuando yo estudiaba en el conservatorio me hicieron estudiar su trémolo Una limosna, por amor de Dios, que es celestial, y no porque lleve el nombre de Dios en el título, sino porque pone el vello de punta. Uno de mis profesores, Bonifacio Bermejo, me contó la historia de esa pieza, que la hace aún más digna: estaba el guitarrista en casa cuando oyó unos golpes en la puerta. Abrió y vio que se trataba de un menesteroso, que le pedía una limosna. No tenía gran cosa que darle, pero le invitó a compartir lo que tenía, además de algo de comer: su música. Parecida anécdota se cuenta de otro guitarrista, español, Francisco Tárrega. Pero lo que hace único a Barrios fue que él tomó, a cambio, algo de aquel menesteroso: el ritmo de su toque en la puerta, y lo hizo el ritmo del bajo de su composición, añadiéndole el trémolo en la melodía, que es lo que nos transporta al cielo cuando la oímos.
Mientras vivió Agustín Barrios, alias Nítsuga Mangoré, no fue especialmente rico ni famoso, aunque ahora es un héroe nacional en Paraguay, y quizá en ello haya intervenido su deseo de hacer el indio en su época. Pero en 1995 un guitarrista australiano, de nombre John Williams, lanzó al mercado melómano un disco llamado From the Jungles of Paraguay, Desde las junglas de Paraguay, que consta de diecisiete delicias de las trescientas que compuso nuestro indio de corazón, y desde entonces todos los guitarristas han querido tocar sus obras, y nosotros escucharlas.
Casos como el de nuestro héroe me confirman que lo de menos es lo que haya hecho en su vida, lo que haya dicho, sus inclinaciones políticas, o incluso culturales: lo que cuenta de verdad es su obra. Si buscamos cualquiera de ellas, desde Villancico de Navidad hasta Maxixe, o Sueño en la floresta daremos gracias por haber vivido para escucharlas.
Si le gustó este libro, puede que disfrute leyendo los demás de la colección.
Fábrica de cuentos es una antología de relatos en diez volúmenes que de género diferente publicamos entre 2014 y 2017, a razón de un volumen cada tres meses, en la Editorial El fantasma de los sueños, en papel, y en Amazon, en formato digital.
El precio de cada volumen en papel costaba 10 euros, aunque desgraciadamente ya no se pueden conseguir porque se ha agotado la edición. La versión digital se referencia a continuación junto a su título, y vale €1 cada volumen.
La colección consta de los siguientes tomos: