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Números
Antes de irnos le dije a mi cuñada:
"Eva, tenemos que hacer números".
"¿Qué números? "
"Aproximadamente trescientos mil dólares".
Ante su repentina mudez, proseguí: "Es tu parte de la venta de las propiedades de tus padres en Omsk".
"¿Qué? "
"Sí, hermana", dijo Olga. "Resulta que aquellos mamarrachos no
registraron su expolio cuando pudieron hacerlo, así que cuando volvimos
nos encontramos con que la finca de las afueras y la casa de la calle
Vononima tenían inquilinos. Les vendimos la finca y cobramos los
alquileres atrasados por la casa y recibimos en total seiscientos mil
dólares, y puesto que tú sigues viva te corresponde la mitad de eso".
Ella se quedó muy asombrada al saberse rica de pronto, pero sobre todo por nuestra honradez al decírselo.
"¿Por qué me lo decís y no os habéis quedado con todo el dinero? "
"Porque es tuyo, hermana".
"Y por otras dos cosas, cuñada: porque puede que yo sea un asesino,
pero no soy ladrón. Y porque así se cumple un sueño que he tenido desde
que cobramos el dinero".
"¿Un sueño? "
"Sí: cuando cobramos el dinero deseé con mucho fervor poderte dar tu parte, porque eso significaría que tú estarías viva".
Eva se me acercó y me dio un beso tierno, pero lo mejor fue la bondad
que destilaba su mirada: "Qué dulce eres, cuñado. La asesina soy yo, no
tú, que eres sólo un pobre hombre que ha cargado con mi culpa todos
estos años. Yo me cargué a un malnacido cuya mejor acción en toda su
vida fue morirse. Eso nos descarga a los dos".
"Me alegro, pues, de no robarte, cuñada. Cualquiera sabe lo que habrías hecho al descubrirlo".
Reímos, y después de comer y cenar con nuestra hermana nos fuimos de
vuelta a nuestro hotel. Al dia siguiente utilicé el número de cuenta
que me había facilitado y le transferí sus trescientos mil dólares, y
después compré billetes para Volgogrado en número de dos. Desde la
agencia llamé a mi cuñada, y finalmente la convencí de que se viniese
con nosotros a pasar una temporada en su país de origen, por lo que el
número final de billetes de avión fue de tres, dejando al tercero la
vuelta abierta.
¿Volvería Eva a España? ¿Nos quedaríamos para siempre en Rusia?
Espero que te haya gustado este capítulo. Si no ha sido así, escríbeme. Si te ha gustado, estaría bien que me escribieras...
Seguimos con Deuteronomio..., aunque aún lo estoy escribiendo.