Dos puñaladas a la democracia.
Ahora la gente está muy
movida por la corrupción. Cada dos o tres días hay un nuevo caso de
gente que, amparándose en su cargo político, se llena los bolsillos de
dinero. O cajones de su casa. Y la gente se solivianta y pide cabezas.
Y se las están dando. Pero eso es miseria. No me interesa. A mí me
interesa más qué es lo que se está haciendo en nombre de la ley…, o al
margen de ella, aunque sin incumplirla o violarla directamente. Os
pondré dos ejemplos:
El día 8 de octubre, a eso de las ocho un señor se tiró desde lo alto
del Hotel Churra y se suicidó, presumiblemente por amenaza de
desahucio. La prensa no dijo ni pío de semejante hecho grave. Parece
ser que no es un caso aislado. Pero parece también que hay una especie
de Omerta, o ley del silencio
mafiosa para no dar a conocer casos de este tipo. El suicidio, parece
ser, es malo. Puede cundir el mal ejemplo. Y si es porque el banco te
quita tu casa, el pecado es sacrilegio en lugar de mortal. ¿A quién
beneficia este silencio? Cabe la discusión, si a los políticos o a los
banqueros, o a los dueños del mercado. Pero está muy claro a quién
perjudica este silencio periodístico: al ciudadano. Porque uno de
nuestros derechos, esté escrito o no, es a la información veraz. A mí
me da igual que tres jóvenes, por guapas que sean, se desnuden en las
Cortes Españolas, porque me parece mucho más grave e importante conocer
por qué un honrado padre de familia se tira desde un edificio alto en
el centro de la ciudad donde yo vivo. Hace dos días los periodistas de
Murcia faltaron gravemente a su compromiso con los ciudadanos. Y si es
porque alguna autoridad, sea de sus periódicos respectivos o de una
autoridad de las otras, de aquellas cuyos sueldos pagamos nosotros
todos, la cosa es mucho más grave, porque no debemos pagar a
quienes nos ocultan información, a los que nos roban el derecho a
estar informados verazmente. Hoy me dijeron que cierto político había
dicho en una ocasión que la mitad de las noticias de los periódicos son mentira, y la otra mitad no son verdad.
Si eso es una gracieta de un político aburrido, es deplorable, pero si
es verdad, es mucho peor. Eso es la primera de las puñaladas a la
democracia que se le dan todos los días ante la impavidez de los
ciudadanos. Son consignas peligrosas que impiden que exista la
democracia, al igual que ocurría en la Alemania de los años treinta:
aquellas consignas produjeron una guerra mundial. Las consignas de
silencio sobre hechos graves nos roban derechos, y que nadie proteste
por ello me parece aún más vergonzoso y peligroso.
La otra puñalada es aun mas
soliviantadora, y lo peor es que hay que explicarla: ahora los
políticos de Murcia se han inventado un concepto perverso (quizá han
tomado la idea prestada, pero eso no les exculpa), la cuota de reposición:
resulta que cuando un maestro o profesor se muere o se jubila, los que
dicen que velan por nuestro bienestar no reponen, es decir, substituyen
al fallecido o jubilado por otro profesor, sino que aplican lo que
llaman cuota de reposición:
por cada DIEZ que dejan de trabajar (porque se mueren o se jubilan)
contratan a UNO. O sea, que nuestros políticos piensan que hay diez
veces más de profesores de lo que se necesita, de modo que en un futuro
habrá clases, andando unos años, de cuatrocientos alumnos de secundaria
y doscientos cincuenta en lugar de los 40 y 25 que hay ahora por clase,
respectivamente. Quizá sería mejor que les dieran clase por televisión,
y así podrían ahorrarse más profesores todavía: con uno por
especialidad resolverían el grave problema de pagarles el sueldo a los
profesionales de la educación, y todos tan felices. Porque parece
ser que es mucho más complicado aplicar esa cuota de reposición a los
coches oficiales, número de guardaespaldas a los cargos oficiales,
dietas, y otros gastos no suntuarios de esa clase. Todo para el pueblo, pero a costa del pueblo.
Porque un pueblo que no tiene educación, es un pueblo empobrecido y
envilecido. Y es más fácil de engañar. Incluso puede llegar a creerse
que eso de la democracia consiste en ir a votar cada cuatro años.
Que esos votados representen a quien les vote o no es harina de otro
costal, que en el fondo no les importa a los votantes, o al menos eso
es lo que parece.
Creo que todas las
consideraciones que pueda yo deducir de ese hecho, que me gustaría que
fuera mentira, de la cuota de reposición de profesores en la Comunidad
Autónoma de la Región de Murcia, sería ocioso comentarlas. No me cabe
en la cabeza que los sindicatos, por muy pagados por la administración
que estén, hayan estado de acuerdo en eso. No me entra en la cabeza que
no haya una huelga masiva en la enseñanza hasta que el gobierno
regional no pase por el aro: señores, con la educación no se juega.
Porque la educación es el futuro de esta sociedad, a la cual le deben
ustedes el sueldo y todo el trabajo que puedan ustedes realizar con su
leal y recto saber y entender. Y si no saben ustedes hacerlo mejor, lo
honesto es que se vayan ustedes a su casa y le dejen el trabajo a otras
personas más capaces. Es un insulto a la ciudadanía murciana que ustedes hayan decidido substituir a diez profesores por uno.
Eso sí que me preocupa a mí mucho más que Bárcenas robe. O que tres
niñas se hayan desnudado en las Cortes. O que suban el límite de
velocidad a 130 o lo dejen en 90. Eso son chorradas. Lo grave es que
ustedes tengan la prepotencia suficiente para tomar esas medidas tan
torpes y que la ciudadanía no se les eche encima. Porque
el día en que eso suceda, el día en que ustedes no tengan más remedio
que procurar el bien público, porque no hacerlo no les salga gratis,
esta sociedad habrá dejado de estar enferma.
Si no estás de acuerdo,
estudiaré encantado las críticas que tengas a bien enviarme a mi dirección.