Jesús Ángel.
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"Opiniones", todos mis artículos de los últimos 8 añosOpiniones.

    Aquí aparecen todos los artículos que he publicado en el diario digital VegaMediaPress, en el que colaboro con mi columna de opinión. Los artículos son diversa temática, y aunque abundan los de índole política, también los encontramos de literatura, filosofía, historia, música y muchas otras ramas del saber, si bien consideradas desde mi particular punto de vista.

Como es costumbre en mis páginas, le brindo al lector un artículo de los 134 que llevo escritos al día de la fecha. Se trata del que hace número 92, que se publicó el 6 de marzo de 2018, con ocasión de la muerte del hombre que trastocó el buen rollo y el falso planteamiento de la Transición a esta falsa Democracia Española.

El libro se encuentra en Amazon, desde donde se puede descargar en e-book, gratuitamente desde el 10 hasta el 14 de agosto de 2020.


El índice de esta obra de 473 páginas es el siguiente: 

  1. ¿Molinos? No, hombre, sí que eran gigantes…, con mucha mala leche.
  2. La fiesta de IU.
  3. ¡Viva la sanidad pública! (o Vuelva usted dentro de dos años).
  4. Si quieres democracia, vota república.
  5. Un lenguaje fácil para todo el mundo.
  6. Dos puñaladas a la democracia.
  7. El negocio del alcohol.
  8. ¿Por qué escribo?
  9. ¿Qué estamos haciendo con nuestro planeta?
  10. La canción del mestizo.
  11. España me roba.
  12. San Valentín 54
  13. Apego y desapego: hablemos del amor.
  14. Ego tuus.
  15. La estafa tapeada.
  16. ¿Qué harías si estuvieras seguro de que dentro de dos días dejarás este mundo para siempre?
  17. Los que no valen.
  18. Las vacaciones de los maestros.
  19. Paranoia.
  20. ¿Por qué escribimos?
  21. San Adolfo.
  22. El timo de los planes de pensiones.
  23. De la amistad.
  24. Tiempo depuesto.
  25. El dinero: una historia de interés y de miedo.
  26. Miedo a la libertad.
  27. No sirve de nada…
  28. Yo soy tan corrupto como el que más.
  29. La escritura hecha arte.
  30. Indignados.
  31. Discutamos en paz.
  32. Nos invaden los ninis.
  33. España mañana será menos marrana.
  34. Cosas que pienso cuando me aburro.
  35. El discurso del Rey.
  36. ¿Política..?, ¡no, gracias!
  37. ¿Existe el Más Allá?
  38. Opciones literarias.
  39. If you are happy and you know it, clap your hands…
  40. Un señorito andaluz
  41. Derecho de consorte.
  42. Las siete artes, que son seis.
  43. ¿Quién dijo miedo?
  44. Otro mundo es posible.
  45. OLE, mi voto y tal.
  46. ¡Ya está bien!
  47. Conductores con pocas luces
  48. Un tipo peligroso.
  49. Haz el amor y no la guerra.
  50. La estafa nacional.
  51. Opiniones de un elector idiota.
  52. Llanto por la libertad.
  53. Ellos se lo buscaron…
  54. ¡Francisco, por qué no te callas?
  55. El BDSM, otra forma de vida…, quizá no tan extraña como se cree. Entrevista a un Dom.
  56. ¡Enhorabuena, Presidente!
  57. Evasores y corruptos.
  58. Caza de brujas, aunque no todas.
  59. Papirofléxico y (digi)tal.
  60. El buenismo y el entreguismo.
  61. ¡Tic tac!
  62. Tres hombres buenos.
  63. Cansinos por torpes…
  64. Versión original 232
  65. ¿Por qué la izquierda no quiere a España?
  66. El sentido del humor no empañe nunca el sentido del amor.
  67. La pluma de don Miguel .
  68. De la futilidad de la Enseñanza Obligatoria.
  69. El Diablo se presenta en Murcia.
  70. Elecciones repetidas.
  71. ¿Qué PODEMOS?
  72. Que viva la República…, esperemos, algún día.
  73. La estafa de la vuelta al colegio: un inicio de curso gafado por mediático y chapucero.
  74. Me aburro…
  75. ¡Que viene el coco!
  76. Frente a los partidos, solidaridad.
  77. Yo soy Lucía.
  78. A mis amigos les dejo que se equivoquen.
  79. La armada vencida.
  80. Me acabo de ahorrar mil euros.
  81. Una buena noticia: de Comenius a Malala.
  82. De Suárez a Iglesias, o Por qué España me duele.
  83. Más vale pájaro en mano...
  84. Se me ha muerto El Fantasma.
  85. ¡Ay del país que necesita héroes!
  86. España tiene alergia a la democracia.
  87. ¿Autoedición, dijiste?
  88. Micromuertes.
  89. La sedición en Cataluña.
  90. Ya vale de tanta Cataluña.
  91. ¿En qué se diferencian los católicos de los comunistas?
  92. ¿Ha muerto Máverick?
  93. La huelga del padre.
  94. Sentimiento español.
  95. Sixteen tons.
  96. Los siete colores de la montaña.
  97. La montñaa vieja de Cuzco.
  98. Imperiofobia y leyenda negra.
  99. Tocar el tocadiscos.
  100. Luz y respeto.
  101. Si los españoles fuéramos ingleses.
  102. La verdad dela vejez y el respeto.
  103. Un concierto de película.
  104. Papanatismo musical.
  105. Por qué votar es deshonesto.
  106. De bandera ajena.
  107. Más allá de la bandera.
  108. El hombre que se hizo a sí mismo.
  109. Queda usted despedido, Dr. Sánchez.
  110. El 699-155116.
  111. Taxistas de Murcia.
  112. A propósito del 1 de octubre.
  113. Por qué no ahorro.
  114. Reivindicando la Edad Media.
  115. Lo malo es que se creen demócratas.
  116. De vuelta al siglo 20.
  117. Feminismo árabe.
  118. La creación del Nuevo Mundo.
  119. ¿Qué pasa con Woody?
  120. Por qué no hay que votar.
  121. La herencia de Clara.
  122. Por eso no les voté.
  123. El timo de la estampita.
  124. La mirada de Dudú.
  125. El evangelio según San Carlos.
  126. Los juglares.
  127. Arresto domiciliario.
  128. ¡Todos a la cárcel!: KOVID19: La crisis de la pandemia.
  129. Presidente eficiente.
  130. ¿Política..?, ¡No, gracias!
  131. España está de luto.
  132. ¿A dónde vas, Inés, a dónde vas, triste de ti?
  133. Miedo a hablar.
  134. De la majestad de Rey don Juan Carlos.
  135. ¿A quién entregaremos la República?
  136. Presentismo.


¿Ha muerto Máverick?

Publicado el 6 de marzo de 2018

La CIA lo catalogó como elemento muy peligroso, los partidos políticos acudieron a su llamada, le entregaron su firma en un documento para romper con el régimen anterior, pero luego éste los compró para que se volvieran de la palabra dada y firmada. Al fin y al cabo, aquel régimen seguía teniendo en su control las fuerzas armadas, la policía y todos los recursos de todo un estado, el Estado Español.

"Maverick" es una palabra del idioma inglés que significa "animal no marcado, sin dueño", y como adjetivo "disidente, inconformista, individualista". Y desde luego lo era, porque cuando el Régimen Nacionalsindicalista y Católico, el Régimen fundado, presidido y gobernado por el General Francisco Franco Bahamonde, entonces recién fallecido, les propuso a los partidos políticos hasta entonces clandestinos (y cuyos miembros conocidos estaban en estado de busca y captura), la amnistía y libertad para presentarse a unas elecciones realizadas bajo ciertas circunstancias dictadas por él (y que en resumen significaban el reparto de los recursos de la nación), todos quisieron un trozo del pastel que se les ofrecía. Todos, excepto uno: el disidente, el inconformista, el individualista, el máverick, don Antonio García-Trevijano Forte. Se quedó más solo que la una. Porque desde hacía años había comprendido que él no podría ser nunca libre, si todos los españoles no eran libres. Porque había concebido el concepto de la LIBERTAD COLECTIVA.

Imagínese que usted es libre de matar a alguien, sabiendo que se va a salir con la suya, sin que le castigue nadie. Si usted no es un asesino, es evidente que usted no lo hará, pero podría hacerlo. Usted sería libre de matar a quien quisiera, cierto, aunque su víctima no tendría esa libertad, porque usted la mataría antes de que él la pudiera ejercer. La Ley del Más Fuerte, la Ley de la Selva, la Ley del Lejano Oeste. Pero la ley a secas, la que debería regir en todos los países civilizados, le prohíbe a usted que mate a nadie, porque nadie puede matarle a usted. Esa aparente limitación a su libertad de usted es lo que nos da la libertad a a todos, incluido usted, de hacer lo que le venga en gana, siempre y cuando usted no quiera matar a nadie. Es una libertad colectiva, porque todos tenemos esa misma libertad. Una libertad en nuestra relación con los demás. Una libertad política colectiva.

Ahora imagínese usted que aunque no podamos matar a quien queramos, porque nos castigaría la ley, a algunos de nosotros se nos permita robar lo que es de todos, y mediante trampas de tipo legal se pueda dilatar el proceso judicial, si se nos descubre, de forma que cuando llegue el momento de condenarnos resulte que el "supuesto" delito haya prescrito, y por lo tanto ni tengamos que devolver el dinero robado, ni se nos pueda castigar ya. O imagínese usted que lo hemos hecho mal, y resulte que sí, que nos enjuician, nos castigan, y vamos a la cárcel, pero no se nos obligue a devolver el dinero, porque la ley no dice eso. En ese caso resulta que unos tienen la libertad para robar, mientras que otros pobres desgraciados van a la cárcel durante un año o más por haber robado una gallina que les hacía falta para comer. Puesto que todos los ciudadanos no tenemos esa libertad para robar, esa libertad no es colectiva. Ni política.

Imagínese usted que usted no es libre de presentarse a elecciones a concejal, diputado o ministro, para ayudar a sus conciudadanos en la medida en que usted pueda y entienda honrada y lealmente, porque para poder hacerlo usted tendría previamente que inscribirse en un partido político, abrazar su ideología, hacer méritos ante el líder del partido, y comprometerse a votar lo que su jefe de partido le indique, le diga su conciencia lo que le diga. Eso significaría que ni usted ni las demás personas en sus mismas circunstancias tendrían libertad, ni política ni de conciencia, excepto en los casos en que su conciencia le dictara lo mismo que a su jefe de partido, lo cual es improbable. En cualquier caso, la libertad de voto como diputado o concejal no existiría, y no sería colectiva, porque en ese caso el único que tendría libertad sería su jefe de partido, un individuo: la libertad individual no es suficiente. Porque ni es política ni colectiva.

Imagínese que usted junto con las demás personas que pertenecen al mismo grupo, sean concejales, sean diputados, pudieran votar la cuantía de su sueldo, y demás emolumentos a percibir, como dietas e incentivos, al igual que el porcentaje de impuestos que usted tuviera que pagar a Hacienda, pero los demás profesionales de su país no pudieran hacer eso. Tampoco sería eso una libertad colectiva.

Por desgracia esos casos no son ideales, no son teóricos, sino que son muy reales. Son casos que usted y yo pagamos con nuestros impuestos. Eso es algo que muchos de nuestros conciudadanos no comprenden, entre otras razones porque no les gusta hablar de política, y se creen que la libertad y la democracia consisten en que cada cuatro años uno "tiene que" ir a votar la lista de candidatos de su preferencia. No, no hay libertad colectiva en España, pero sí hay libertad individual. Usted puede insultar públicamente a Zapatero, a Rajoy, a Pujol, a todos los independentistas catalanes o de otros sitios, o por el contrario a los "nacionalistas españolistas", o al súmsum córdam, y no le pasará nada. Usted es libre. Pero mire usted por dónde, esa libertad a usted no le sirve absolutamente de nada porque el Gobierno legalmente le puede meter a usted la mano en el bolsillo y quitarle dinero en la cuantía que le dé la gana, y por las razones que le plugan. Sí, usted puede patalear y quejarse. Pero pagar, paga.

Poco a poco nos vamos dando cuenta de esto. Que haya francotiradores en el mundo de la política no le importa al poder, pues nadie les hace caso. Pero si las libertades no fueran individuales, sino además colectivas, esas cosas no pasarían. El pueblo, en su colectividad, no sabe que puede no votar en las elecciones. Porque no hay elecciones: sólo hay votaciones. Pero tampoco sabe que puede no votar en las votaciones, porque nadie le ha explicado que votar a quien el pueblo no ha elegido es una grave irresponsabilidad. ¿Nadie? Bueno, sí, Máverick lo hizo.

Porque Máverick se dio cuenta de eso en 1977. Máverick sabía entonces que él no podía ser libre si usted no lo era. Los españoles no hemos sido libres colectivamente nunca. Y porque no lo éramos, ni lo somos, Máverick, que tenía dinero para parar un tren, que era abogado de éxito a escala mundial, que vivía en una mansión de fábula, que tenía todo lo que se puede tener, no se sentía libre, y quería serlo. Pero para eso necesitaba que usted, y que yo, que todos los demás, fuéramos libres también. Que existiera en España la libertad política colectiva.

Pero, mire usted por dónde, las libertades no se regalan. No se otorgan. En los años setenta del siglo pasado las autoridades franquistas, a la muerte de su amo, reunieron a sus hasta entonces enemigos, y les otorgaron la licencia para existir. En principio quisieron excluir al Partido Comunista de España, pero luego comprendieron que sería muy contraproducente hacer un mártir de Santiago Carrillo y sus muchachos, y por lo tanto montaron un numerito en que lo detuvieron disfrazado de viejecita inofensiva, en una calle cualquiera. Fue una foto que dio la vuelta al mundo. Para vergüenza de los partidos que han formado gobierno en nuestro país en los últimos 40 años, ellos no conquistaron la libertad, no lucharon por ella, no trabajaron por ella: les bastó firmar un papel, aunque supusiera traicionar su firma anterior en el papel que les había presentado antes Máverick. Así le convirtieron en el máverick de la política española: el disidente, el inconformista, el individualista...., el que no tenía dueño, el hombre al que no podían comprar con un plato de lentejas en forma de cargo político a cambio de renunciar a su primogenitura: al derecho a exigir libertad colectiva para todos los españoles, en forma de convocatoria de Cortes Constituyentes: un parlamento en que se discutiera la Carta Magna que definiese qué régimen político queríamos los españoles, qué estado nos cuidaría, qué gobierno nos regiría, y de qué manera se organizaría el Protocolo de Defenestración que nos defendiese de políticos corruptos, traidores o ineptos; es decir, una reglamentación coherente para "deselegir" a los políticos que nos hayan engañado. Es cierto que ese parlamento de hombres y mujeres notables que escribirían esa Carta Magna se podría equivocar, pero seguidamente se sometería a referéndum, y si las tres cuartas partes de la nación no lo aceptasen, tendrían que elaborar otra las veces que hiciera falta hasta que estuviese a gusto de una mayoría cualificada, no simple. Porque todos tendríamos la libertad colectiva de decir que no.

Pero eso no se hizo, no: se encargó a un grupo reducido de personas, a los que llamamos desde entonces "Padres de la Patria", la confección de un documento cojo e incoherente al que había que votar afirmativamente porque si no "se oirían ruidos de sables", y además "más vale esto que lo de Franco", aunque la gente no se hubiera leído ni "esto" ni "lo de Franco"... Es decir, que fue un referéndum sin garantías sobre un documento elaborado por unos compromisarios que ni usted ni yo, ni el pueblo como colectividad, eligieron. No hubo libertad política colectiva para elegir o rechazar, ni siquiera para elaborar, aquella constitución que algunos consideran sagrada hoy en día. Sobre todo los que salen beneficiados por ella.

Todo esto Máverick lo sabía. Y nos lo advirtió. Por eso lo metieron en la cárcel. Tuvo que presionar el gobierno de Alemania (que sabía del efecto boomerang que podría resultar de convertirlo en mártir), para que lo soltaran a los pocos meses. Sí, ahora blasonan muchos de que "lucharon por la democracia" y que consiguieron traerla, pero en realidad el único que luchó por ella y fue apartado de la escena junto con la democracia y la libertad colectiva fue Máverick. Los demás estaban muy a gusto con un régimen que les garantizaba sueldos de infarto y libertades y derechos individuales si eran fieles a su partido. Esaú quería el plato de lentejas y el derecho de primogenitura a la vez, porque para eso tenía a las fuerzas del orden a su lado.

Máverick advirtió a quien quiso escucharle que la corrupción aparecería porque era intrínseca a este régimen, estaba en su ADN por haber usurpado derechos que sólo le correspondían al pueblo, pero no se le escuchó. La televisión y los periódicos no le dieron pábulo. No había tampoco prensa libre, aunque la hubiera contestataria y crítica en algunos aspectos que no tocaban el fundamento del edificio recién construido. Ahora ese edificio se está viendo que tiene aluminosis, que da la cara en forma de corrupción en muchos lugares, en muchos partidos, en muchas personas. ¿Son personas horribles? A mi juicio no lo son. Lo que es horrible es el entramado legal que posibilita sus fechorías, y que surgió a pesar de las advertencias de Máverick, cuyas negras profecías se han ido convirtiendo en realidad para deterioro de su bolsillo de usted y del mío, y de todos los demás españoles desprebendados.

El día 28 de febrero, a las once de la noche, fallecía Máverick, don Antonio García-Trevijano Forte, en Madrid. Nos ha dejado varias obras escritas, en las que no sólo nos advierte de lo que está pasando y de lo que va a pasar, sino de lo que hay que hacer para que deje de pasar. Mis favoritas son "El discurso de la república" y "Teoría Pura de la República". En ellas se describe lo que es una república de verdad, y no los dos regímenes de ese nombre que sufrimos en el pasado, pero tampoco lo que hay en casi toda Europa (con la posible excepción de Suiza), porque la verdadera república es democrática, y, mire usted por dónde, en España ni hay democracia, ni la ha habido en la vida. Y a menos que se haga caso a Máverick alguna vez, aunque sea después de haber muerto, no la va a haber nunca. ¿Es una lucha sin sentido, entonces? Bueno, a mí me gusta pensar que no se trata de lucha, sino de trabajo. Suyo y mío, y de todas las personas de este bendito país que comprendan que tenemos que trabajar por el bien común, porque haya libertad política colectiva, porque todos tengamos el derecho a la libertad política colectiva de decirles a los partidos políticos de España que ya han caducado, que o nos proporcionan unas Cortes Constituyentes, o no les damos ningún voto. A ninguno de ellos. Porque todos los que participan en esta merienda de negros que ellos llaman democracia, son cómplices de mantenerla a nuestra costa y en contra de nuestro beneficio. Por eso sus peones ganan diez veces más del salario mínimo interprofesional. Por eso tenemos un paro indecente en España, mientras que ellos tienen retiros millonarios y puertas giratorias.

Hace unos días falleció un gran hombre, un hombre que vio el futuro, un hombre que comprendió que su bienestar no se basaba en el malestar ajeno, sino en el bienestar común, un hombre que comprendió que su libertad política dependía de la libertad de todos sus demás conciudadanos, que la única libertad digna de disfrutar es la libertad colectiva. Y que esa libertad nos la tenemos que ganar todos. Con una herramienta que este régimen no nos ha podido negar hasta ahora: el no voto. Quizá ustedes puedan convencerme de que hay otra manera de conseguirla, y si así es, yo les ayudaré a utilizarla. Pero ya está bien de dejarnos devorar por el Estado pensando que nos va a proteger de algo. Hay que pasar a la acción, como hizo Máverick toda su vida.

Desde que ha muerto Máverick, he leído muchos artículos en los periódicos sobre él, algunos elogiándolo, otros vituperándolo. Pero sea cierto o no lo que dicen, lo que nos debe interesar maś es si lo que dijo este hombre tan intuitivo y trabajador es cierto o no. Yo tuve la fortuna de verlo en persona y hablar con él en tres ocasiones y por eso puedo desdecir todos los ataques que se le han hecho ahora, cuando él ya no se puede defender. ¿Por qué le temerán tanto? ¿Tienen miedo de que les derrote después de muerto, como el Cid Campeador? Yo les invito a todos ustedes a que le lean, y que decidan después. Quizá así ustedes puedan comprender las claves del paro, de la corrupción, de la inminente quiebra de nuestro país, del déficit del 140% del PIB que estamos soportando, y comprendan esas cosas tan extrañas que causan todo esto, que llaman cuestiones políticas, y que nunca han cultivado porque "no les gusta discutir".

Mientras tanto muchos lloramos la muerte de esta persona excelente, nuestro Máverick, al que los yanquis tan certeramente bautizaron y comprendieron, y más aún lloramos la evidencia de que tuviera que existir una persona de semejantes cualidades para que aquellos de nosotros que estemos dispuestos a ello salgamos de nuestro estupor y embrutecimiento político, que es lo que ha permitido medrar a esta casta que nos asalta en nuestro bolsillo y en nuestro honor todos los días sin que nos queramos dar cuenta. Brindemos por medio de nuestro trabajo lento pero seguro para que no necesitemos a ningún otro máverick para que nos libere de las orejeras y cadenas que nos atan tan corto. Creo que el pueblo español, que conquistó América e hizo del Océano Pacífico el Lago Español, vuelva a sentirse digno y orgulloso de sí mismo, y no consienta de que un grupo de politicastros le siga estafando.

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