Jesús Ángel.
Volver

Portada de "Siempre joven", libro del año 2024.Siempre joven


  

Salvador es un jubilado de más de ochenta años que tiene un delicado estado de salud. Paseando por la playa, junto a unas palmeras como las de la portada, se encuentra a un señor de edad indescriptible que le pide ayuda. Se la presta, y desde ese momento los sucesos se suceden de modo vertiginoso, llevándonos a muchas situaciones inesperadas.

A lo largo de más de 175 páginas viajamos a lugares lejanos y cercanos del mundo moderno y posterior.

No se trata de un relato de ciencia ficción, sino en todo caso de pseudo ciencia ficción, como verá el lector si lo sigue con atención.

Este se publicó  en Amazon, donde se puede comprar por poco dinero, el 12 de septiembre de 2020.

El índice es el siguiente:

  1. Una pesca para la eternidad.
  2. Nostalgia.
  3. Bisabuela.
  4. Problemas familiares.
  5. La segunda visita
  6. Tiros, palos y puñaladas.
  7. Fabián.
  8. La hora de la verdad.
  9. La tercera visita.
  10. Vuelta a casa.
  11. El señor doctor.
  12. Elena.
  13. La eterna alternativa.
  14. El secreto.
  15. Depende... ¿de qué depende?
  16. Misión: la caza.
  17. El pacto.
  18. El secreto de Sint.
  19. El rescate.
  20. La Reina conoce al Dios de los dioses.
  21. Conclusión.

La tercera visita

Cuando volví a ver a Sint, le planteé el problema:

¿Dónde estaban los de mi primera vida?

Me apuntó con la consabida caja de zapatos y de allí salió un rayo de luz, esta vez violeta, que me invadió de cabeza a los pies. Duró apenas diez segundos. Sentí un estado de felicidad infinita. Me sentí muy bien cuando se apagó.

Anda, es verdad. ¿Telepatía?

Parcial. Si la otra persona no quiere, no le podrás leer la mente. La ventaja es que no sabrá que se la estás leyendo, y por eso no podrá oponerse. Si te encuentras algún telépata, en cambio, sí que podrás bloquear tus pensamientos.

Ya no hace falta que me hables

Hay un don asociado a este con el que tienes que tener cuidado. No es otro don, es un efecto secundario de este.

Y dicho todo esto, Sint se metió en su máquina, que se fue haciendo transparente hasta que se disolvió en el aire.

Allí me quedé yo, mirando aquellas palmeras que eran más antiguas que yo. Siglo tras siglo las había visto yo allí. Las mismas tres. Algo más allá había más, todo un palmeral. Pero en el frente del mismo estaban estas tres, una crecía recta hacia arriba, y las otras dos con un ángulo de 15º en diferentes direcciones. ¿Era aquello un mensaje oculto de Sint? ¿Éramos tres en lugar de dos eternos, como él nos llamó? Antes de irse me dijo que la eterna estaba en un país lejano, pero no me dijo en qué dirección, ni qué país era. También me dijo que su objetivo era diferente del mío. Pensé en buscarla, pero me dijo que no tenía objeto. ¿Para qué? Si me la encontraba, ¿viviría con ella? ¿Nos enrollaríamos? ¿Tendríamos hijos eternos? La verdad, eso destruiría su experimento, cualquiera que fuese.

No, mi objetivo lo tenía yo muy claro: vivir, adquirir experiencias para contárselas a Sint. Ahora lo veía claro. Y no olvidarme de mi familia.


Volver